Este blog participa del concepto de El Puto Mal desde octubre de 2008.

lunes, 31 de marzo de 2008

1+1=0

Experimentamos el mundo que nos rodea en nuestro propio interior, pues la idea que tenemos de él está formada por las percepciones de nuestro cuerpo. Dicho esto, estamos ante un problema de identidad.

Me explico: Si un observador A percibe un objeto B, el objeto B que A cree estar observando es inexistente, puesto que lo está observando dentro de si mismo y, por tanto, A y B son la misma cosa.

Por tanto, el objeto B observado no es más que un integrante de A. Sin embargo, para que A perciba B tiene que existir C, que es el verdadero objeto existente. Este objeto es el que suscita que A perciba B (que es la ilusión de C dentro del propio A).

En todo caso, B resulta de una relación entre A y C. Pero para que A admita la existencia de B, el primero necesita de la capacidad de observar. Siempre que se observe algo, por precisa que sea la observación, por el hecho de que A es una consciencia, se observará B y no C.

En tal caso, deducimos que para que la capacidad de observación se dé es necesario un sujeto A diferente de C, que crea una ilusión B al entrar en contacto con dicho C.

Llegados a este punto, topamos con otro problema: la capacidad de observación requiere de una consciencia que, por ser consciencia, es subjetiva. Esto convierte el yo en una mentira dado que todo lo que incluye es una ilusión de separación entre A y B. A está formado por múltiples B. La idea de "otro" solo surge si tenemos en cuenta la idea de "yo".

Concluimos por tanto que, si la observación es mentira, lo único existente es C. Podríamos pensar que hay muchos C, pero la idea de multiplicidad y separación sólo es aplicable desde el punto de vista de un observador, es decir, A (y A es inexistente aunque lo percibamos como existente, pues tanto A como el hecho de percibirlo es B, o sea, mentira). Así pues, C es una única unidad y la realidad perceptible es una ilusión.

domingo, 9 de marzo de 2008

O_o

Segundos 41-42



o_O

lunes, 3 de marzo de 2008

Sueños de Invierno (por poner un título bonito)


Síntoma de una concepción caótica, la magia no es más que un sueño.

Sin embargo, ¿No es un sueño parte de lo real? Ciertamente podemos afirmar que lo que existe dentro de la imaginación, por ser concebido, existe aunque en otro plano de existencia.

Dentro de nuestra imaginación podemos formular, cambiar, controlar o deshacer las leyes de todo cuanto forma parte de todo. No obstante, aparentemente esto no es cierto fuera de nuestra propia fantasía.

Sin embargo es cierto en alguna parte. Y, ya puestos, ¿Dónde están Dentro y Fuera de nuestra propia fantasía? Cuando algo existente en el exterior cobra vida en nuestra mente, ¿No es su Idea la que estamos examinando, sintiendo, cambiando?

Dentro de nuestra propia re
alidad podemos modificar las Ideas de cualquier cosa, y esto no es un dato pequeño, pues no existen más Ideas de las cosas que las que tiene cada individuo.

¿No sería, entonces, lógico, que pudiésemos afectar a nuestra propia idea? ¿No sentimos tristeza cuando nos imaginamos tristes? ¿No aliviamos el dolor sintiéndonos fuertes? ¿No ayuda la esperanza, la vision de un futuro mejor, a conseguir los logros? ¿Son controlables estos estados? La respuesta es sí.

¿Sobre qué podemos, entonces, operar fuera de nosotros? La intuición nos dice esto. La forma en que viste alguien, el sonido lejano de los pájaros, la desapercibida vibración de una voz... Todos los datos recopilados inconscientemente son incluidos por la intuición en un cálculo incognoscible que encuentra su solución en impresiones, predicciones, fórmulas de funcionamiento desconocido y de probada efectividad. ¿Son controlables estas impresiones? La respuesta es sí.

¿No manda el cerebro señales al cuerpo para accionarlo? ¿No es necesario saber que se puede accionar una parte del cuerpo para hacerlo conscientemente? ¿No es necesario creer en algo para realizarlo?

¿Podemos mandar señales al exterior para accionarlo? Podemos hacerlo, aunque el exterior no responda.

Sin que obren aquí fuerzas sobrenaturales: Un amigo está triste pero no lo sabemos, lo intuimos sin darnos cuenta y, instintivamente, sin creer (Por no poder saberlo) que podamos animarlo, le rodeamos los hombros con el brazo.

No hace falta ser un calvo metálico para hacer magia.